jueves, 30 de agosto de 2018

Eleonor y Francisco


Eleonor y Francisco son una pareja muy extraña. No tienen muchos amigos, nadie sabe de ellos en su barrio, y ninguno de los dos tiene contacto alguna con su familia. Sin embargo, ellos dos se aman como pocas parejas en el mundo. Son de esos amores tan cursis que cuando sus miradas se encuentran, el mundo para ellos parece detenerse. Y no es su forma de ser lo que los enamora tanto al uno del otro, ni tampoco su aspecto físico. A ellos lo que los une con tanta fuerza es que comparten con encanto un pasatiempo bastante extraño. Más bien dicho, un pasatiempo macabro.  

Quién pensaría que a Eleonor y Francisco, una pareja que muchos considerarían de nerds asociales, les encanta salir juntos en las noches a asesinar personas. Pocas personas lo imaginarían, creo yo. Y es que hay noches en las que están en la cama leyendo un libro y de pronto se les despierta el deseo de sangre a ambos, así de la nada. Más extraño es que esto pasa sobretodo en las noches de mucho calor. Ni ellos saben bien por qué se da esto, así que no me lo pregunten a mí.  

 Los deseos de sangre que les agarra a ellos son de esos que no se pueden controlar, que por más que se intente aguantarse estos los superan a uno. Entonces ellos ya saben que solo hay una manera de calmar ese deseo: se visten, se ponen ropa muy cómoda pero que al mismo tiempo guarde un grado de elegancia, porque para ellos estas salidas son como citas románticas. Ellos aman realmente asesinar personas. No lo hacen por simple maldad como otros asesinos, a ellos esto es realmente algo que les gusta hacer. 

Cuando deambulan por las calles agarrados de la mano en esas noches de antojo de sangre, se los ve muy tiernos, muy enamorados. Se hacen caricias y se susurran al oído para decidir juntos a qué tipo de persona van a matar ese día. A Eleonor le gusta matar personas jóvenes, que irradien felicidad y deseo de superación en sus rostros. Los odia, y por eso le fascina mirar como esos rostros de felicidad se transforman en rostros de pánico en sus momentos de agonía. Francisco, en cambio es un poco más sencillo con sus gustos, él se conforma con matar vagabundos. Para él, cualquier borracho o persona que esté durmiendo debajo de un periódico es suficiente para calmar su deseo. En realidad Francisco no es un tipo muy complicado. Y esa es una de las cosas que le gustan a Eleonor de él. Porque Francisco, aparte de sencillo también es muy flexible con ella, y la mayoría de las veces la complace dejándola elegir a las víctimas. Hasta en eso son tal para cuál.

Hasta ahí es más o menos dulce el panorama, sin embargo el método que suelen utilizar ellos para asesinar a estas pobres y desafortunadas personas es bastante sanguinario. Cuando rodean a su presa, la tiran al suelo y mientras Eleonor le clava varias veces el cuchillo en el torso, Francisco los estrangula. Sí, en esta parte es en donde a Eleonor le gusta ver la mirada de las víctimas de la gente y bla, bla, bla. Por lo general las muertes son cosa breve, y rara vez se demoran más de cinco minutos. Cuando recién se conocieron se demoraban un poco más, pero ahora que llevan bastante tiempo juntos ya lo hacen con mucha más facilidad. Luego, una vez que comprueban que la persona está completamente muerta, se ponen de pie, se toman de la mano y continúan caminando con la misma ternura y tranquilidad de antes . Nunca les ha importado esconder nada.  

A veces, cuando el clima está muy fresco, deciden regresar caminando hasta la casa, para ir charlando en el camino. Cuando llegan, se bañan juntos para limpiarse alguna mancha de tierra, polvo, o de lo que sea que tengan, porque Eleonor detesta que las sabanas se ensucien. Para ella su lugar de descanso es como algo sagrado. Entonces una vez listos, se acuestan nuevamente en la cama, se abrazan con mucho amor y conversan sobre cualquier cosa hasta quedarse dormidos. En esas noches duermen más plácidamente que en ninguna otra, con tal majestuosidad como Dios en el holocausto. Y en la mañana al despertar, desayunan como todos los días, muy románticamente como de costumbre para luego cada uno irse a trabajar. Obviamente no sin antes darse un beso muy apasionado de despedida. 


♪♫[El poeta Halley - Love of Lesbian]

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