jueves, 17 de noviembre de 2016

Hablar y callar.


Aprendí con el tiempo, que no es necesario ni recomendable comunicarlo todo, y no quedarse callado, como te lo dicen las películas. Aprendí que a veces es mejor quedarse callado, y dejar que el silencio sea el que articule los sentimientos de manera natural y sin la influencia de nadie. Aprendí también, que otras veces basta con una mirada para expresar fielmente las emociones sentidas en una situación crítica. 
Aprendí que por más que se lo intente, las palabras nunca serán exactas, siempre estarán envueltas por una manta de subjetividad, y que los malos entendidos son como dientes de león que crecen todo el tiempo en un jardín. 
Aprendí que no es bueno taparse la boca al hablar, porque las palabras es mejor que lleguen directamente al oído de la persona que escucha, y no atravesando obstáculos que puedan alterar el sentido de lo expresado. 
Aprendí que nunca entenderé con exactitud cuándo es menester quedarme callado y cuándo no, porque eso no depende solo de mí, depende de todo alrededor. Además, también entendí que, no es algo que uno planifique, es algo que sucede al azar. Y que en eso precisamente radica lo bello de la comunicación: en la inexactitud, en el azar que la controla, y en la subjetividad del que escucha e intenta interpretar cada palabra que sale de mi boca, o de mi cuerpo. 

♪♫ [My girl - The Temptations]

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