jueves, 30 de julio de 2015

Frotándome la quijada. #4

Como una canción de Charly García que llega desde lejos y que irrumpe en mi tranquilo pensar. Irrumpe todo, lo desordena todo, lo destruye, lo acaba, lo hace trizas. Sí, hace todo eso y deja sólo escombros. 
Y no piensen que lo digo con tristeza, pues no lo es. Cuando hablo de tranquilidad no hablo de algo bueno, más bien lo hago desde un punto de vista negativo. Quizá para otros la tranquilidad sea una virtud o un regalo de la vida, pero yo pienso que tranquilidad y vida son palabras antónimas, pues se me hace muy ilógico pensar en una vida llena de tranquilidad. Yo pienso que sería muy aburrida, demasiado monótona. Claro, y es que a la vida lo que la hace tan interesante y entretenida son esos momentos incómodos y complicados, que nos hacen querer cavar un hoyo en la tierra, meternos dentro de él y no salir de allí nunca más. Suena un tanto masoquista lo que estoy diciendo, pero lo que realmente quiero destacar es la alegría que sentimos al salir de ese momento que resultó tan incómodo, ya que esa alegría no es la misma que sentimos la última vez, y tampoco se parece a ninguna otra alegría que pudimos haber sentido antes. Esta alegría es distinta, pues ahora ya somos más fuertes, tan fuertes que nos causa risa el simple hecho de recordar ese momento incómodo y penoso que tuvimos. 
Lo malo en todo esto es que muchas veces olvidamos con facilidad lo fuertes que somos, volviendo a caer nuevamente en ese círculo de angustia, el cual nos hace pedir y suplicar a la vida, casi a gritos, que nos regale más que sea un segundo de tranquilidad.

♪♫ [Cass - Más Birras]

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